Ante la imposibilidad de reproducir la magnitud y resolución de la realidad, le queda al mezclador de audio solo un camino digno, que es construir un panorama sonoro ficticio, haciéndose a herramientas de engaño, como filtros, ambientes artificiales y balances postizos.
Al abandonar la oscura búsqueda de imitar pobremente la realidad, se nos abren infinitas posibilidades para la ficción sonora.
El creador de un momento así tiene en oferta dos estados primarios: Estabilidad y Riesgo, en el primer caso se afinan las armas y herramientas en función de un planteamiento estático que delega en los músicos cualquier responsabilidad de variedad, el segundo planteamiento permite llevar a extremos la ficción y le da, al mezclador creador, autoridad para exagerar cualquier ficción emotiva.
Debemos bifurcar nuestra creación de manera que nos permita transitar entre dos escenarios, para la Estabilidad serán necesario todo artefacto que nos permita restringir posibilidades, entraran aquí la familia de compresores, ambientes prudentes, ecualización correctiva; para el Riesgo nos servirán los usos extravagantes de las anteriores herramientas, dándole un especial valor a los programadores subterráneos que algún día escribieron código que engendraba herramientas deformes que parecían sin utilidad,debemos rastrear a estos magos.
Vamos de lo grueso a lo fino:
Estabilidad: Nos ocupamos de que todo suene, y lograr un balance que se mantenga.
Imitación: Con las herramientas buscamos acercarnos a un referente estético,
Riesgo: Exageramos algunos procedimientos intentando expandir el gesto emotivo de la obra.
Identidad: Tomamos decisiones radicales con respaldo técnico para amplificar lo que es único, tanto en el ensamble como en el operador de sonido.